La importancia de la educación y las habilidades sociales en los niños

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Como expone Vicente Caballo en su Manual de Evaluación y entrenamiento en habilidades sociales, los seres humanos pasamos gran parte de nuestro tiempo interactuando con nuestros semejantes, como seres sociales que somos. Y este hecho hace que el discurrir de nuestras vidas dependa en gran medida de cómo desarrollamos nuestra habilidad para llevar a cabo esas interacciones.

Aunque es muy complicado definir cuándo un comportamiento concreto es «socialmente habilidoso» (depende siempre del contexto y de las personas implicadas con sus respectivas circunstancias), Marsha Lineham afirma que se pueden conocer por las consecuencias en cuanto a si se consiguen los objetivos que se persiguen con la conducta, se mantiene o mejora la relación con la otra persona, y se mantiene o refuerza la autoestima.

O sea, que una persona socialmente hábil tiene más posibilidades de conseguir lo que quiere de las otras personas sin deteriorar las relaciones, y manteniendo su autoestima. El bienestar psicológico y la felicidad son mucho más asequibles si se desarrollan las habilidades sociales.

Aprendizaje de habilidades sociales

Aunque la capacidad para interactuar con otros seres humanos es algo innato, las habilidades sociales no lo son, es decir, que se aprenden a lo largo de la vida. Como todos los procesos naturales de aprendizaje, se puede dar por múltiples vías, y diferentes medios.

Por imitación

 Todos hemos aprendido a hablar, o adquirido conductas viendo a los adultos interactuar entre ellos y con nosotros cuando éramos pequeños.

Mediante refuerzos y castigos

Cada conducta humana puede ser reforzada o castigada. El refuerzo provoca que la conducta se dé con más frecuencia, y el castigo con menos (o que se deje de dar).

Estos dos métodos de aprendizaje son los medios principales por los que los seres humanos adquirimos formas nuevas de comportarnos y después las mantenemos o las acabamos descartando.

Por otra parte, se puede intervenir en la adquisición y refuerzo de las habilidades sociales desde diferentes vías de aprendizaje:

Formal: En la escuela, en educación infantil y primaria, e incluso desde educación preescolar.

Informal: Actividades extraescolares y otras actividades de entretenimiento en que los niños, además, aprenden cosas que también pueden utilizar en su vida o en el curriculum académico (teatro, deportes, etc.).

En ámbitos nuevos, relacionados con las tic (tecnologías de la Información y la Comunicación), como canales de Youtube o televisión.

Aunque en los diferentes sistemas educativos el aprendizaje de habilidades sociales no está en el curriculum escolar, estas deberían aparecer entre las competencias transversales de cualquier proyecto educativo de calidad. Como ya hemos indicado, porque son un factor importante para facilitar el éxito en el desenvolvimiento del niño en su vida, presente y futura, y su éxito y felicidad en la edad adulta.

Las habilidades sociales se contemplan implícita o explícitamente en cualquier programa educativo en que se trabajan los valores, ya que la aplicación de estas repercute directamente en la interacción del niño con otros. Dicho de otro modo, las habilidades sociales no son patrones aislados de conducta, sino que se forman por un entramado de valores, creencias, ideas, sentimientos y expectativas.

En la medida en que los programas educativos trabajen explícitamente en habilidades sociales, estarán reforzando la educación en valores y la autoestima de los niños.

¿En qué consiste el entrenamiento en habilidades sociales?

Cualquier programa de entrenamiento en habilidades sociales va a reforzar las siguientes áreas:

Comprensión de situaciones

Necesaria para evaluar qué tipo de conducta es la óptima para conseguir los objetivos de la interacción sin dañar la relación y reforzando la autoestima.

Resolución de conflictos:

No solo para resolver conflictos, sino para saber cuándo y cómo negociar para evitar dañar las relaciones y conseguir lo que se desea.

Empatía:

Es imprescindible tener la capacidad de ponerse en el lugar del otro, tanto para comprender las situaciones en su totalidad, como para poder entender qué necesita el otro de cara a poder negociar y resolver o evitar posibles conflictos.

Asertividad:

Es el término estrella cuando se habla de habilidades sociales, y consiste en saber defender los propios intereses sin llegar a pisar los de los demás. Se entiende que en la mayor parte de las situaciones normales es el estilo de conducta deseable.

Comunicación:

Abarca la expresión en un sentido amplio. Tanto verbal como paraverbal y no verbal (no cuenta solo lo que se dice, sino cómo se dice, y en qué actitud estamos). Además, consiste en saber comunicar y entender lo que es comunicado.

Apego:

Desarrollar un estilo de apego seguro en la infancia va a permitir al niño interactuar con los demás con un conocimiento mayor de qué puede dañar y qué es poco probable que dañe una relación, permitiendo una mayor libertad a la hora de comportarse frente a los demás.

Aunque es complicado incluir en el curriculum contenidos que ayuden al niño a mantener estilos de apego seguros, es fundamental que los educadores observen patrones de apego en los niños, y en todo caso que en los programas dirigidos a padres y educadores se incluya información acerca de cómo fomentar estilos de apego seguro en los niños.

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