Creatividad en los niños I: cómo desarrollarla

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Cuando pensamos en creatividad en los niños, solemos imaginar dibujos, manualidades o juegos artísticos. Pero la creatividad va mucho más allá: es la capacidad de generar ideas nuevas, resolver problemas de forma original y mirar el mundo desde distintas perspectivas. En la escuela y en casa, fomentar la creatividad infantil es clave para que los niños desarrollen no solo sus talentos, sino también habilidades que necesitarán a lo largo de la vida.

Los niños creativos por naturaleza

El profe pregunta: ¿y si los árboles pudieran hablar?
—¡Pues seguro que nos contarían historias súper guays porque algunos han vivido cientos de años! —responde una alumna.
—¡Y seguro que se quejarían de los pises de los perros…! —añade otro.

 En cuestión de segundos, la clase se llena de risas, ideas sorprendentes y propuestas tan ingeniosas como disparatadas. Lo que empezó siendo una simple pregunta se convierte en un torbellino de imaginación colectiva.”

Esa escena, que podría darse en cualquier aula de Primaria, nos recuerda algo fundamental: los niños son creativos por naturaleza, y cuando les damos espacio para expresarse, convierten cualquier situación en una oportunidad para aprender, imaginar y descubrir.

La pregunta clave es: ¿cómo podemos los adultos —maestros y familias— acompañar esa creatividad para que no se pierda, sino que crezca y se fortalezca?

¿Qué es la creatividad y por qué es tan importante en la infancia?

La creatividad es una habilidad que todos los niños poseen en mayor o menor medida. No se trata de un “don especial”, sino de una forma de pensar que puede cultivarse con las experiencias adecuadas. 

Desde la neurociencia, sabemos que el cerebro infantil es especialmente plástico: durante los primeros años de vida, se generan millones de conexiones neuronales que se fortalecen a través de la exploración, el juego y la curiosidad.

Fomentar la creatividad en Primaria no solo ayuda a que los niños expresen sus ideas, sino que también potencia su pensamiento crítico, la resolución de problemas, la flexibilidad cognitiva y la confianza en sí mismos. En otras palabras, un niño creativo es un niño más preparado para enfrentarse a los retos del futuro.

Estrategias para fomentar la creatividad en los niños

La buena noticia es que no hacen falta materiales sofisticados ni proyectos imposibles para potenciar la creatividad en los niños. A veces basta con mirar las rutinas de otra manera. Aquí van algunas escenas que muestran cómo se puede hacer:

Plantear preguntas abiertas

Las preguntas abiertas son una de las herramientas más poderosas para estimular la creatividad infantil porque no tienen una única respuesta correcta. Invitan a los niños a explorar, imaginar y conectar ideas de manera original.

  • Ejemplo en clase: “¿Cómo sería la vida si no existiera la gravedad?” o “¿Qué pasaría si los coches pudieran volar?”. “Si tuvieras un superpoder, ¿cómo lo usarías para ayudar a los demás?”.

     

Desde la neuroeducación, este tipo de preguntas activa la curiosidad y refuerza la flexibilidad cognitiva, dos factores clave en el aprendizaje creativo.

Desde Happy Learning buscamos fomentar la creatividad de los niños a través de nuestras preguntas abiertas de “Imagina que…”, consiguiendo que reflexionen y piensen diferentes respuestas sin ponerles un límite y fomentando su creatividad. 

Aquí puedes encontrar un ejemplo:

Usar imágenes como detonantes creativos

Las imágenes despiertan la imaginación porque cada niño las interpreta desde su propia experiencia. Un simple dibujo abstracto, una fotografía antigua o una ilustración llamativa pueden convertirse en el punto de partida de historias, debates o inventos.

  • Dinámica: mostrar una imagen extraña (por ejemplo, un objeto fuera de contexto) y preguntar: “¿Qué está pasando aquí?” o “¿Cómo llegó ese objeto a ese lugar?”.

  • Beneficio: este ejercicio no solo estimula la creatividad, también potencia la observación atenta y la expresión oral o escrita, respetando las opiniones del resto de compañeros. 

Cambiar de roles o de puntos de vista

Ponerse en el lugar de otro es un excelente ejercicio de imaginación y empatía. Al invitar a los niños a pensar como si fueran otra persona, un objeto o incluso un animal, se abre un abanico infinito de posibilidades creativas.

  • Ejemplo: “Imagina que eres un árbol en el patio del colegio. ¿Qué ves, qué escuchas, qué sientes?”.

  • Variante: cambiar roles entre ellos (“Hoy eres el profe, ¿cómo explicarías esta lección?”).

Estos juegos desarrollan la empatía creativa y ayudan a los niños a comprender que hay muchas formas de mirar el mismo mundo.

Juegos de usos alternativos

Un clásico de la creatividad consiste en coger un objeto cotidiano y buscarle diferentes usos. Una caja puede ser un coche, una casa para muñecos, un sombrero o una máquina del tiempo.

  • Ejemplo: repartir cucharas y pedir que piensen en al menos cinco usos diferentes.

  • Variante: hacer equipos y ver cuál grupo inventa la lista más original.

Este tipo de juegos fortalece la capacidad de pensar de forma flexible, algo que la neuropsicología relaciona con una mayor habilidad para resolver problemas en la vida real.

Retos de soluciones locas

Antes de buscar respuestas lógicas, animar a los niños a dar primero las más disparatadas. Este paso previo libera la imaginación y abre el camino a propuestas realmente innovadoras.

  • Ejemplo: “Queremos hacer el recreo más divertido. ¿Qué ideas se os ocurren?”. Pueden salir desde columpios que vuelan hasta un recreo en la luna.

  • Después, se pueden rescatar las ideas más útiles o adaptarlas a lo real.

Esta dinámica combina lo mejor de dos mundos: primero la imaginación libre y después el pensamiento crítico. Además, enseña a los niños que las soluciones innovadoras muchas veces nacen de ideas “locas” que luego se transforman en algo posible.

La creatividad, un regalo para toda la vida

Estas pequeñas experiencias muestran que la creatividad se alimenta cuando los niños tienen espacio, confianza y libertad. Lo importante no es el resultado final, sino el camino: explorar, probar, equivocarse, reírse y volver a intentar.

La creatividad infantil no es una asignatura ni un contenido más, es la forma en que los niños descubren el mundo. Cuando les damos oportunidades para imaginar, jugar y crear, estamos sembrando las bases de un aprendizaje activo, motivador y significativo.

Como maestros y como familias, nuestra misión no es dar todas las respuestas, sino atrevernos a lanzar las preguntas, a dejar que inventen y a valorar cada idea, por disparatada que parezca.

Porque al final, un niño creativo no solo aprende mejor, también aprende a mirar la vida con curiosidad, confianza y alegría. Y ese es, quizá, de los mejores regalos que podemos darles. 

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